COMPRENDER EL MUNDO RURAL


COMPRENDER EL MUNDO RURAL

La ruralidad surge de la interacción entre la sociedad y el ambiente natural, se configura donde los hechos sociales, culturales o económicos ocurren debido o en razón a la existencia de recursos naturales. El espacio rural es una porción del espacio geográfico donde funcionan sistemas extractivos de recursos; sistemas productores de alimentos y materias primas; sistemas de proceso y aprovechamiento de  recursos, productos  o alimentos;  sumideros ambientales de residuos de la producción y el consumo industrial; ecosistemas naturalmente activos; localidades que funcionan en torno al uso o aprovechamiento de los recursos naturales; sistemas de comunicación; de comercialización y en algunos casos, de defensa de las naciones.  Entonces, el medio rural es aquel complejo espacial donde se dan interacciones en función de la disponibilidad de los recursos naturales presentes en el paisaje. Lo anterior incluye ambientes lacustres, marinos y subterráneos, además de la superficie y la atmosfera.
La dimensión ambiental natural del mundo rural está permanentemente en tensión debido a la incremental sustracción de sus componentes para el consumo humano; los sistemas productivos como la agricultura, los sistemas extractivos como la pesca o la minería y los sistemas de agua para la supervivencia, lo mismo que la disposición de residuos sólidos, requieren permanentes decisiones y acciones que coadyuven a la reposición y mantenimiento del equilibrio del medio ambiente. La ruralidad surge, en otras palabras, de la interacción multidimensional, social, cultural, económica y política con el ambiente natural.
Los ecosistemas naturalmente activos como proveedores de agua, oxígeno y como bancos genéticos enfrentan la tensión de la demanda creciente, el aumento exponencial de la población y la demanda creada por los mercados han disparado alertas que obligan a pensar en herramientas que promuevan la conciencia ambiental más allá de lo normativo y los sesgos ideológicos, hoy la cuestión ambiental es ética, impone la moralidad ambiental en todas las dimensiones de la planeación del desarrollo. Lo expuesto hasta aquí, implica no sólo conservar sino también reconsiderar por igual los aportes contaminantes o degradantes de los ecosistemas que se dan por residuos de la producción y el consumo industrial y doméstico.
Se reconoce que el paisaje de cualquier región del mundo es la expresión concreta de las políticas de desarrollo rural que sobre ella se han dado. El acceso y uso de los recursos naturales en una nación está en relación directa con sus condiciones sociales y políticas. 
Un paisaje muestra cómo la organización del Estado ha decidido la distribución de los recursos naturales, y a su vez, en qué grado el conjunto de la sociedad lo acepta o lo rechaza.  El uso dado a los suelos de fragilidad ecológica, la pirámide de estratificación social de una ciudad y la sensación de seguridad personal que ella ofrece, todo sumado, describen una política de desarrollo rural.
Durante los últimos doscientos años en la cultura occidental las cuestiones de la búsqueda del bienestar general han tenido como paradigma: La industrialización en centros urbanos que generaría riqueza aprovechando la concentración de las actividades y atrayendo mano de obra de los sectores rurales.  Con ése referente la distribución de la riqueza se descargó en las virtudes del mercado industrial y de servicios,  y aunque por un tiempo todo funcionó como estaba previsto,  a la vez que se creó un estereotipo:  El antagonismo entre lo urbano y lo rural, y,  las sinonimias:  Pobreza para espacio rural; riqueza como sinónimo de ciudad; industria sinónimo de modernidad y agricultura sinónimo de atraso tecnológico,  porque al paradigma del desarrollo creado desde entonces le interesó atraer y mantener mano de obra abundante y barata, y que mejor para estar seguro de ello, que hacerlo mediante la internalización de ése estereotipo;  como resultado de lo anterior, se han consolidado hasta el momento economías de mercado y grandes capitales pero  no se han resuelto los problemas de la pobreza y la depredación del ambiente, justamente las dos variables principales para reconocer el grado de desarrollo de una sociedad. 
Resulta decepcionante percibir que en América Latina el medio rural solamente ha sido entendido como un espacio sujeto a la dinámica de las ciudades, excedente del espacio urbano, disponible para las demandas de la industria, la construcción y los servicios, y poblado de personas con ideas muy tradicionales en lo social, económico y cultural cuyas actividades se concretan en torno a la explotación de la tierra. El medio urbano a su vez, se ha comprendido como el más dinámico de los dos, oferente de todas las opciones posibles e imaginables para el buen vivir y satisfactor de las necesidades del medio rural, a la vez que promotor de la salida de su rezago.
Entonces, se ha configurado conceptualmente una especie de cuadrícula de ajedrez con áreas urbanas blancas y rurales negras y la clara disposición a avanzar las áreas blancas sobre las otras. Así las cosas, se ha dado la absorción de la población del área rural por el área urbana y se ha creado la necesidad de dotar las nuevas áreas pobladas de servicios y de trabajo para la supervivencia de los cada vez más nuevos citadinos, mientras tanto han tendido a colapsar los sistemas urbanos y se han originado fuertes efectos sociales, manifiestos en cinturones de miseria y el desempleo que expone a la supervivencia de cualquier forma.     
La sostenibilidad del desarrollo no ha logrado alcanzarse en la práctica a pesar de los esfuerzos por definirlo en el campo teórico, desde 1987 con el Informe Brutland elaborado por iniciativa de Naciones Unidas, los múltiples compromisos y acuerdos multilaterales que buscan que el crecimiento económico sea el promotor de mejores niveles de vida no han tenido efecto, en parte por la falta de voluntad  política y en gran medida por la incapacidad del sistema económico de reconocer las externalidades que genera la inequitativa distribución del ingreso y la noción depredadora en que se basa el uso de los recursos naturales presentes en el mundo rural.
El crecimiento urbano desde la finalización de la segunda guerra mundial que se pensó con sentido funcional y productivista, actualmente es revalorado por sus efectos no esperados: la contaminación y la pérdida de la diversidad. Por fortuna hoy se propone una ruralidad en la que el desarrollo industrial y el liberalismo económico pueden generar desarrollo si re-definen su paradigma del espacio, transformándolo de una rígida cuadricula de ajedrez, urbano-rural: blanco – negro, al reconocimiento de la no invasión y más bien la paulatina difusión de las fronteras en áreas grises, donde se van adoptando sistemas integrados de producción y de vida que heredan cultura, economía y arquitectura de sus originarios medios urbanos o rurales. 
Para la nueva visión de la ruralidad, las zonas conurbadas, esas nuevas áreas grises, crecen en países desarrollados y en países en desarrollo y proponen alternativas hacia las que el mundo empieza a mirar. 
Actualmente desde el espacio rural se puede desde ellas acceder a información global en tiempo real, se puede desde allí mismo acceder a recursos naturales de inmediato y se puede acceder virtualmente a un centro comercial al mismo tiempo, entonces, se puede producir y comprar y vender desde ése nuevo espacio sin ir a la metrópoli; la localidad rural puede articularse a lo global y lo global puede incidir sobre la localidad rural, una afirmación que por estos tiempos es  ya un tópico dice: Se piensa globalmente y se actúa localmente. La localidad, no necesariamente cabecera municipal, asume roles y responsabilidades del y para el desarrollo, y sus interrogantes están en la actualidad sobre las cuestiones del medio ambiente, el hábitat y los sistemas productivos.
Localmente, el territorio rural ocupado por actividades tradicionalmente agrarias ha estado colmado en los últimos tiempos por desarrollos de ingeniería, lineales como vías o tendidos eléctricos, o concentrados como hidroeléctricas, que estructuran nuevos paisajes y transforman flujos naturales, modifican ecosistemas y establecen nuevos patrones de ocupación y usos del suelo. 
Globalmente, los avances en las ciencias y la tecnología han cambiado los patrones de consumo y por lo tanto aumentado y variado las demandas de productos naturales, juntos, el regreso a la producción limpia y la necesidad de las comunidades de aprovechar las ventajas comparativas, crearon una nueva noción de espacio territorial y la proximidad, ya no en función de la distancia sino en función de la densidad y la calidad de los sistemas de comunicaciones. 

Fuente:

El valor y el precio de la propiedad rural

Aproximación a la tasación de tierras y cultivos 

Editorial Académica Española

ISBN-13: 978-3-330-09505-2
ISBN-10: 3330095059

 

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